Dichas cicatrices o marcas se conocen como Schmiss y en realidad eran consideradas cicatrices de honor.
Todo proviene de unos duelos típicos de algunas sociedades o
asociaciones estudiantiles y universitarias germanas. Dentro de las
mismas se seguían algunas tradiciones y rituales, entre las que estaban
los mensur. Esta palabra, que podríamos traducir por medida, era como se denominaba a un tipo de combate de esgrima,
con ciertas normas muy estrictas, que servía para medir el valor y el
honor de los combatientes. Uno frente al otro, sin el movimiento
habitual de los duelos y la esgrima, como estatuas en las que sólo se
mueve el brazo armado en torno a la cabeza del contrario y un mandato: no apartarse nunca.
Aunque el origen de este tipo de duelos data de unos siglos antes,
tuvieron cierto auge a finales del XIX y en la primera parte del XX. El
objetivo principal del duelo era no apartarse, ya que así se mostraba la
falta miedo y el valor más allá el dolor. Por lo tanto, acoger las
heridas sin inmutarse era toda una prueba de esa resistencia y
fortaleza. Una cicatriz en la cara viene a decir que no se apartó la
misma a pesar de verla en peligro. No era una lucha a muerte
y los daños no solían ser serios, ya que se protegían las partes que
podrían conllevar heridas peligrosas. Pero bastaba con apartar la cara
un poco con el objeto de evitar el acero del contrario para perder el
combate y por lo tanto manchar el honor. Una vez heridos se ponía poco
cuidado en la cura, para que la cicatriz fuera grande y bien visible.
Lógicamente, muchos de los soldados y líderes alemanes pasaron por esas organizaciones estudiantiles y participaron en algunos mensur, llevándose en algunos casos una schmiss de recuerdo en su rostro, para toda la vida. Otto Skorzeny
libró trece duelos y en el décimo de ellos fue cuando recibió el corte
en la cara que llevó con orgullo hasta su muerte. Según parece, los
estadounidenses lo apodaron Caracortada precisamente por su schmiss.
Fuente: Dirdam
Fuente: Dirdam