La
tasa de paro entre la población inmigrante ya supera el 33%. El de la
inmigración sin trabajo, piensa el economista Santiago Niño Becerra, es
un tema económico, al que habría que encontrar una solución. A su
juicio, “si toda la inmigración se fuera, la tasa de paro de España se
reduciría 10 puntos si dejamos de lado la cualificación necesaria o la
calidad del trabajo”.
¿Se quiere reducir la tasa de paro? “Hay que disminuir la población
activa”, piensa el Catedrático de Estructura Económica de la Universidad
Ramón Llull. A base de regalar fondos, reducir salarios, disminuir
cotizaciones sociales, facilitar y abaratar el despido y empeorar las
condiciones de trabajo no disminuirá, ha señalado recientemente.
Ahora vuelve a manifestarse en esta línea en una entrevista en el
programa 8 al día, de 8tv. En referencia a los últimos datos de
Eurostat, publicados ayer mismo, Niño Becerra menciona en concreto las
cifras de Eslovenia y Rumanía. Respecto a este último país, señala, en
concreto, que su tasa de paro es del 7,5% “porque la mitad de Rumanía
está fuera de Rumanía”.
Lo que él haría para tratar de bajar la alta tasa de paro española,
hoy en el 27,16% según la última Encuesta de Población Activa del INE,
sería “vincular el permiso de residencia en España al contrato de
trabajo”.
¿Tono optimista?
Respecto al tono optimista que han adoptado diferentes miembros del
Ejecutivo sobre la situación de la economía española, Niño Becerra
piensa que “cada seis meses se repiten los mensajes positivos desde el
Gobierno”. No obstante, considera que “los gobiernos pueden decir lo que
quieran pero la realidad es la que es”.
Fuente: AD
A diario podemos comprobar como somos difamados, perseguidos y
combatidos desde una falsa moralidad, que, con el paso del tiempo han
logrado incrustar en lo más profundo de nuestras sociedades. Nada nuevo,
hablo de lo que muchos sufrimos, pero no tantos reflexionamos. Hablo de
no caer en la resignación ni el descontento, de no ceder ni un ápice en
la lucha más importante de todas las que libramos, la lucha contra sus
enormes muros.
Es complicado hacer llegar un mensaje a tu entorno, a tu gente y a
tus vecinos, si el control mental de todos ellos se gestiona a unos
niveles en los que nunca debió caer. Un control totalmente organizado y
francamente, muy difícil de destruir. Más, cuando a diario se bombardea
al ciudadano con falsas premisas, falsos valores y falsas conclusiones.
Y es que no hay peor enemigo para la verdad que una mentira gobernante y
dominante, en un mundo en el que comprobamos que la gran mayoría de la
población no es dueña de si misma, de su propia ética y, por tanto, se
le ha suprimido toda capacidad de respuesta o análisis crítico hacia la
sociedad con la que nos ha tocado lidiar. Un mundo que podemos
considerar totalmente decadente en cuanto a que todo lo que lo mueve es
un tejido artificial y falso. Tejido que se gesta desde muchos frentes
que, siendo realistas, no podemos combatir cara a cara; frentes que se
escapan de nuestras reflexiones, de nuestras capacidades y de nuestras
intenciones personales y políticas.
Es una evidencia en que pensamos cuando hablamos de ello: una falsa
democracia de gobiernos que no gobiernan, si no que por el contrario,
anulan cualquier capacidad gubernativa del individuo y como
consecuencia, del conjunto social; y medios de (des)comunicación que se
encargan, bien de tapar los enormes puntos negros, o bien de expandir
una y otra vez las falsas premisas de sus amos, cada cual incasable
pareja de baile de su falso ideario. Por ello es bastante complicado hoy
en día informarse con una verdadera y sana motivación personal sin
acabar asqueado hasta puntos que llegan a minar la paciencia de
cualquier inconformista. Da igual que camino escojas, da igual si te
decantas por la radio, la prensa o la televisión salvo contadas y
virtuosas excepciones, que, paradójicamente, son medios marginados por
ser verdaderamente libres, asegurándose así de que no sean un peligro
para conseguir romper ese entramado de mentiras y medias verdades.
Por tanto luchamos contra un monstruo de dimensiones que nunca
llegamos a delimitar con exactitud, porque a cada día que pasa nos
podemos dar cuenta de ‘una más’, sin dejar nunca de sorprendernos
negativamente. Un monstruo que tiene muchísima ventaja y que a cada
minuto que pasa va destruyendo incansablemente los verdaderos valores
sociales, europeos, e históricos que se han forjado durante tantos
siglos, destruyendo la moralidad libertaria e individual para
sustituirla por una global y artificial que es el pilar para avanzar a
pasos agigantados hacia ese mundo globalizado y totalmente decadente,
eso si, siempre bajo la falsa bandera de ‘la modernidad’, como si dicha
cualidad fuese exclusividad de sus modelos organizativos muy propios del
sionismo más extremo.
Por ello, nosotros, los supuestos enemigos de las libertades, que
paradójicamente luchamos por recuperarlas, tenemos que estar más unidos y
con más fuerza que nunca, con cada una de nuestras motivaciones
intactas. Porque en un momento como el actual, de paso claro hacia un
mundo vomitivo, sería una irresponsabilidad ceder en nuestra lucha,
porque la verdad nunca será una causa perdida mientras sigamos siendo
seres humanos.
Nadie nos puede garantizar la victoria, ni explicar como será de
llegar a conseguirla, pero lo que si podemos garantizar nosotros es que
cada noche nos acostaremos con la sensación de tener los deberes
cumplidos, desde pequeños detalles hasta grandes cosas, porque todo suma
y todo vale. Somos las últimas generaciones que sobreviven a lo que se
avecina, por ello debemos ser guardianes de la libertad y el último
grito de esperanza.
Fuente: El Occidental